Quiero compartir contigo la manta de una
tarde lluviosa de domingo: en mi sofá, viendo una película de estreno. El agua y
la espuma de una bañera, o el chorro de la ducha de la casa de campo.
El olor a café caliente las mañanas de invierno y el sabor a Nesquik
que dejan tus labios después de desayunar. Compartir la noche más larga de mi
vida. Una bonita puesta de sol y un amanecer que nos mande a la cama.
Una foto de postal desde un lugar lejos de Valencia: un viaje improvisado.
Las sábana rojas, las salmón y las bicolor, todas testigo de la
pasión que arrastramos. Un viaje a Jamaica. Mi almohada y el resto de
mi vida. Desayunos en la cama y cenas en pijama. La botella
de vino de una cena y una botella de Jack Daniels en lo que será
nuestra peor resaca. Contigo compartir la luz de una vela y provocar el
beso más largo de la historia. Compartir el último segundo de mi
existencia, el reflejo de la luna en el mar, el armario. Mi lado
de la cama, mi lado de la mesa y mi lado del sofá. Chocolate, nata, fresas y
champagne que solo signifiquen que nos despertaremos juntos, otra mañana más
pero nunca igual. Tú y todo. Dos palabras que ya no se conciben separadas:
Tú y todo
Tú y todo…