domingo, 26 de febrero de 2012

Confesiones.

Padre, siento tener que comunicarme por carta, pero mi vergüenza me imposibilita ponerme en el confesionario ante usted. En primer lugar espero que le haya gustado la galleta que le he adjuntado en el sobre, sabe que siempre me ha gustado la repostería y este tipo de galletas con chocolate sé que son sus favoritas. Algo que endulce esta amarga carta.
Conoce todo sobre mí, mis deseos de niña, la historia de mi madre y sobre todo,la cruel muerte de mi padre, lo que bien sabe que me lanzó contra las drogas. Le agradezco enormemente sus visitas al piso, esquivando a yonkies desalmados y a prostitutas que se estaban muriendo de hambre. Cada pedazo de pan que me trajo impulsó mi salida de las drogas y sabe que sin usted no hubiera podido hacerlo. Ahora me toca disculparme, pedir perdón por mis crueles acciones, las que nunca dije a nadie y las que nunca repetiré. Siento haber roto promesas, haberme roto un futuro, un presente. Haber roto huesos, clavículas y también por haberme intentado suicidar. Aunque mi cuerpo no lo sienta, mi corazón pide a gritos que pida perdón por haber matado a ese sucio hombre que me violó con solo 15 años... Lo siento padre. Siento haberle engañado jurando que nunca volvería a consumir drogas, mientras que por las espaldas la cocaína era mi única fuente de energía.
Me pregunto que hice mal. Sé que también usted se lo pregunta, pero tras mucho reflexionar me alegra comunicarle que no hay otra respuesta que decirle que yo soy el mal, yo soy mi peor enemigo. Yo misma me condené a la más absoluta miseria, al odio general y a la soledad por mis acciones. Creo que pueda tener algun tipo de enfermedad mental, pero bueno, nunca sabré ni como se llama ni como me afecta. Solo sé que estoy sufriendo día día. En esta ocasión no voy a gastar líneas para pedirle consejo, porque mientras lee esto se esta muriendo poco a poco. La galleta estaba envenenada con un dulce veneno de ratas, y no creo que dure ni dos minutos, lo justo para acabar esta carta. Por último, que sepa que estoy muy agradecida por todo lo que hizo por mí, y las explicaciones de haber acabado con usted se las daré en el Reino de los Cielos. Le espero frente a la puerta de San Pedro.

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