viernes, 10 de febrero de 2012

BLANCO O NEGRO.

Confundida no supo que hacer. Era el día más bonito de su vida, se casaba, pero para variar, él estaba allí. Él no era el amor, eran los celos. No era la felicidad, era el imposible que provoca tristeza. Él eran esas ganas de hacer algo prohibido que no te conviene. O que quizás sí.
 Ella, incompleto corazón en busca de motivo existencial, ese día irradiaba felicidad, felicidad falseada, porque aunque intentó evitarlo él volvía y volvía: como siempre vuelve el invierno o vuelven las ganas de comer y beber. El pensamiento de él regresaba cuando hacia el amor con su novio, cuando comía con el mismo o cuando andaba sola por la calle. Intentó acallarlo y no pudo, porque aunque sabía que no era amor, ella quería a su novio, el otro  le miraba con esos ojitos... que su novio ni volviendo a nacer la podría poner. Se auto convencía diciendo que pasaría de él, eso la primera semana. Luego, intentó pensar en positivo, diciendo que eran cosas de la edad, hormonas y demás, pero tanto tiempo pensando en otro sabía que no era normal, no lo era. Ahora, el día de su boda, se pregunta si callar o decirlo. Si impulsarse o quedarse quieta. Si seguir a sus principios o a su estúpido corazón. Por que ya se sabe, que el día de tu boda o hablas o callas para siempre. Y muchas veces en la vida es igual. Ahora o nunca.


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