viernes, 15 de abril de 2011

No digas adiós; di hasta luego.

Miro a mi alrededor y me doy cuenta que estamos ella y yo. Se parece a mí. Me sigue, me imita, y tras conocerla mucho decido irme, porque sé que ella me va a seguir. Le gusta salir los días del sol, por eso está tan morena, y según me ha comentado un día con unas copas de más, la lluvia le da miedo. No sé si es sincera, pero yo con ella sí que lo soy, y le cuentos mis planes de futuro. Que si quiero triunfar, que si quiero que me recuerden, que si quiero viajar y ella parece que me escucha, que me entiende, pero nunca me aconseja. En esos momentos está muda, expectante, esperando... Cuando le dije que me iba tampoco opinó, preguntó porque y le sonreí. Ella me conocía y me entendió como si le hubiese explicado todos mis planes. Adiós, me voy lejos, mi mente se va lejos, mi alma... mi cuerpo... Maletas, ningún beso y mi libreta verde para escribir. Salgo por la puerta blanca que da a la calle que me ha visto crecer y allí esta ella. Con una maleta, ningún beso y su libreta gris-negra para escribir. Ella y yo, mano a mano. Ella expectante, indecisa, siguiendo mis pasos. Yo cansada, pensativa, buscando un algo para no huir. Se parece a mí. Yo me parezco a ella. Las dos con una maleta, ningún beso y una libreta para escribir...