Consigues un momento o dos de absoluta intimidad, y entonces, cuando todo vuelve a los sucios asuntos de la vida, como siempre, te desilusiona que no están aún allí, y entonces intentas encontrarlo de nuevo, y sigues repitiendo el ciclo, una y otra vez, sin aprender. Había intimidad y distancia, y la antigua, perenne, indisoluble y cataclísmica disyunción entre ella y tú... Joder. Conoces el interior de una persona, descubres cómo es cuando tiene un orgasmo, y cómo duerme, y a la mañana siguiente sois sólo un par de folladores sucios, de nuevo, y os odiáis a vosotros mismos, y al otro, por ello. Eres patético. ¿Qué esperabas? ¿Qué ibas a cabalgar con ella hacia el atardecer en un X1 granate? Fue sólo un polvo de una noche. ¿O fueron ocho?
Del libro 2012, de Brian D'amato.
Del libro 2012, de Brian D'amato.
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