viernes, 20 de enero de 2012

Polvo.

Consigues un momento o dos de absoluta intimidad, y entonces, cuando todo vuelve a los sucios asuntos de la vida, como siempre, te desilusiona que no están aún allí, y entonces intentas encontrarlo de nuevo, y sigues repitiendo el ciclo, una y otra vez, sin aprender. Había intimidad y distancia, y la antigua, perenne, indisoluble y cataclísmica disyunción entre ella y tú... Joder. Conoces el interior de una persona, descubres cómo es cuando tiene un orgasmo, y cómo duerme, y a la mañana siguiente sois sólo un par de folladores sucios, de nuevo, y os odiáis a vosotros mismos, y al otro, por ello. Eres patético. ¿Qué esperabas? ¿Qué ibas a cabalgar con ella hacia el atardecer en un X1 granate? Fue sólo un polvo de una noche. ¿O fueron ocho?


Del libro 2012, de Brian D'amato.

No hay comentarios: